En la gestión universitaria, la seguridad tecnológica es una realidad; la validez jurídica, una necesidad.
El prestigio de las titulaciones ofrecidas en una Universidad es uno de los grandes atractivos para los estudiantes. En pleno siglo XXI y con la tecnología avanzando a pasos agigantados, el mantenimiento de la información sensible de forma segura y confidencial cobra aún más relevancia que en años anteriores.
Según datos del Centro Nacional de Protección de Infraestructuras y Ciberseguridad (CNPIC) el número de delitos cometidos a través de internet se ha triplicado en los últimos siete años, alcanzando los 111.000 casos en España en 2018. Además, tal y como recoge un informe de VU Security, la mitad de las empresas latinoamericanas han sufrido un ciberataque en los últimos tres años.
Actualmente las universidades se encuentran entre las entidades que mayor volumen de datos sensibles gestionan como parte de su actividad principal. Esto supone una responsabilidad y ,al mismo tiempo, un riesgo, ya que las sitúan en el foco de interés de los hackers y ciber atacantes.
Mejorar y garantizar la seguridad jurídica dota de prestigio a la universidad
Un error en la protección de los datos puede suponer no solo un elevado coste económico para la institución académica, sino un profundo daño en la reputación. Casos como los fraudes en expedientes académicos de políticos tan difundidos por los medios de comunicación, sirven de demostración del alto precio que las universidades deben afrontar para recuperar la confianza de los estudiantes, profesores y gestores después de un golpe contra su reputación.
Por todo esto, surge una ingente necesidad de dotar al entorno universitario de herramientas tecnológicas que faciliten la gestión de los datos que allí se manejan y que, al mismo tiempo, garantice la seguridad jurídica de los documentos. Los avances tecnológicos requieren una pronta adaptación de las empresas e instituciones a los nuevos escenarios y riesgos que estos conllevan.
El futuro no debe asustarnos, pues son más las oportunidades que los riesgos. Solo debemos estar preparados para lo que está por venir y subirnos al tren que ya parte hacia la eficiencia tecnológica. Además, conocer nuestras propias debilidades y ponerles solución puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso. Por eso es vital que las instituciones universitarias apuesten por renovar sus sistemas de gestión. Porque una universidad innovadora es una universidad mejor.
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