La digitalización es un tren que la universidad no puede permitirse perder.
Las instituciones de educación superior están afrontando una serie de cambios inducidos por las tendencias tecnológicas y sociales. El foco ha dejado de estar en el uso de la tecnología y ahora se centra en cómo dichas herramientas pueden facilitar el aprendizaje de los alumnos y usuarios.
El número de estudiantes universitarios ha aumentado en los últimos años. Esto requiere que las universidades apuesten por nuevos modelos tecnológicos que garanticen la calidad de la educación que ofrecen. Por ello, el conocimiento digital y el cambio cultural en la organización son algunas de las tendencias más importantes.
Lo digital supone una ventaja en el desarrollo del aprendizaje a nivel global
Pero, ¿qué hay que hacer para reconvertir la universidad a la actualidad digital?
Uno de los primeros pasos para el cambio radica en reducir la brecha tecnológica entre universidades con la actualización de los sistemas de gestión académica y la seguridad jurídica de las titulaciones y acreditaciones que ofrecen a sus estudiantes, como aval de prestigio y calidad.
La diferencia en capacidad tecnológica entre centros es una de las realidades más extendidas en países de Latinoamérica.
Una de las tendencias más fuertes en el siglo XXI es la innovación y es el objeto de deseo de toda organización: obtener la fórmula perfecta de equilibrio entre la tradición (mantener su personalidad como empresa) y la vanguardia (ser el primero en la línea de salida hacia el futuro).
Pero la innovación no reside sólo en las herramientas: es toda una filosofía de trabajo. Una forma de pensar que la universidad necesita adoptar.